Un vagabundo anda a la deriva por la ciudad sin preocuparse demasiado cuando es atacado por tres psicópatas en un auto que lo drogan y lo encierran en lo que parece la fortaleza del terror. A partir de allí todo cambia para este temerario tipo de las calles Shadowman (Dan Grapko). Lo someten a una especie de juego tenebroso y suicida sumado a torturas que pocos soportarían.
Al parecer este juego no es solo por diversión, las consecuencias de toda la pesadilla parece tener consecuencias duraderas y a largo plazo que no dejarán a este hombre ser igual nunca más.
Un Grapko atemorizado por hombres con máscaras de cuero con apariencia de payaso listos para causarle el mayor terror que jamás hubiera imaginado. Víctima de tortura y expuesto a situaciones inhumanas parece querer escapar de aquel infierno donde más que un prisionero es usado como juguete de un montón de personas amantes del pánico y la sangre.